EL MINISTERIO QUE NECESITAMOS

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EL PASTOR REFORMADO
(Publicado originalmente en 1656 en Londres) Richard Baxter
"La luz resplandece en las tinieblas." (Juan 1:5)
Extracto de la introducción escrita por el Dr. J.I. Packer:
Richard Baxter fue el pastor y evangelista más destacado de la época puritana. Sus logros en el poblado de Kidderminster fueron asombrosos. Inglaterra no había visto ningún ministerio parecido antes. El poblado tenía como 2000 habitantes y la mayoría eran ignorantes, groseros y viciosos. Pero después de la llegada de Baxter, la situación cambió en forma dramática. El dijo: “Le agradó a Dios convertir a muchos... Incluso a familias enteras y en numerosos grupos entraron a la iglesia”. Un siglo después, cuando George Whitefield visitó Kidderminster, escribió a un amigo lo siguiente: “Fui grandemente animado al descubrir que un olor suave de la doctrina, las obras y la disciplina del Señor Baxter, permanecían todavía en ese lugar”.
Baxter creía que la enseñanza era la tarea principal del ministro. También creía que los creyentes deberían acudir regularmente a su pastor, en busca de consejo. Y que los ministros deberían catequizar regularmente a sus congregaciones. [Nota: El verbo catequizar viene del griego ‘katecheo’ que significa: ‘Enseñar en forma oral, informar e instruir’. Este método de enseñanza (a través de preguntas y respuestas) fue usado por los judíos (vea Hech.18:25 y Rom.2:18). La iglesia primitiva adoptó este método par enseñar a los recién convertidos en las verdades básicas del cristianismo, como preparación para su bautismo. Varios catecismos fueron preparados en la época de la Reforma, incluyendo los de Lutero y Calvino. El muy conocido Catecismo Menor de Westminster fue producido un poco antes de que Baxter escribiera su libro del ‘Pastor Reformado’.]
La preocupación principal de Baxter era que la enseñanza personal debería ser proporcionada a todos y no simplemente a los niños. Esta fue la preocupación que dio nacimiento a este libro del Pastor Reformado.
Baxter usó la palabra “Reformado”, no simplemente para significar que era calvinista en su doctrina, sino más bien para significar un pastor “renovado” y “avivado” en la práctica. Baxter dijo lo siguiente: “Si Dios reformara a los ministros y los avivara a cumplir celosa y fielmente con sus deberes, entonces, ciertamente el pueblo sería reformado y despertado. Todas las iglesias serán fortalecidas o debilitadas en la misma medida en que el ministerio sea fuerte o débil”.
El libro del Pastor Reformado fue y todavía es, dinamita; y como tal hizo un impacto de inmediato. Muchísimos ministros puritanos (entre ellos presbiterianos, independientes y bautistas) leyeron este libro y lo llevaron a la práctica. El libro hizo un gran impacto sobre muchos ministros en la época del “avivamiento grande” (1742-1743).
Muchos ministros lo han leído como un estímulo que les ha impulsado a entregarse más a la obra de Dios. C. H. Spurgeon comentaba que tenía la costumbre de escuchar la lectura de este libro (a través de su esposa) los domingos por la tarde.
Surge la pregunta de si este libro tiene un ministerio entre los ministros de hoy en día. Tres cualidades que caracterizan este libro nos conducen a concluir que sí.
LA PRIMERA cualidad es su energía. Este libro brilla con un celo ardiente, un fervor evangelístico y una ansiedad para convencer. Aún después de tres siglos, lo que sale del corazón apasionado de Baxter, todavía tiene gran energía y poder. (El libro fue publicado originalmente en 1656).
LA SEGUNDA cualidad de este libro es su realidad. Cualquier creyente que ame a su prójimo y que realmente cree que sin Cristo está perdido, hará que el evangelismo sea la tarea principal de su vida. De lo contrario, pondrá en duda la credibilidad de su fe. Si no toma en serio su fe, ¿Porqué deberían tomarla en serio otras personas? Esta inconsistencia es puesta de manifiesto en forma poderosa a través de las páginas de este libro.
LA TERCERA cualidad de este libro es su racionalidad. Baxter sabía que los hombres están muertos en pecados y que solo Dios los podía convertir. No obstante, también sabía que Dios usa medios y que la gracia comienza su obra con el entendimiento. Entonces, Baxter insistía en que los ministros deberían sentir la verdad de lo que predican.
También deben tratar con las personas en forma individual, porque la sola predicación falla frecuentemente en impactar a las personas ordinarias. Si así fue el asunto en el tiempo de Baxter, ¿No es cierto que sea igual en la actualidad?
El Pastor Reformado enfrenta al ministro con por lo menos las siguientes preguntas:
1. ¿Creo en el mismo evangelio que Baxter creyó?
2. ¿Comparto con Baxter su convicción de que el evangelismo es una necesidad vital?
3. ¿Soy tan realista como debería ser en permitir que esta convicción moldee mi vida y mi trabajo?
4. ¿Soy tan práctico como debería ser para escoger los medios para lograr el fin deseado?
5. ¿He buscado la mejor forma para platicar regular y personalmente con mi pueblo acerca de sus vidas espirituales?
Sin lugar a dudas, la forma más práctica para lograr esto hoy en día es diferente de la forma en que Baxter lo hizo; puesto que ya no existe el sistema parroquial de catequizar a todas las personas en un poblado. Las circunstancias actuales son distintas de las que prevalecían en el siglo XVII. Sin embargo, la necesidad de evangelizar y de enseñar sistemáticamente a las personas que acuden a nuestras iglesias todavía existe.
La pregunta que Baxter plantea para nosotros es: ¿Si estamos tratando continuamente de cumplir nuestra responsabilidad frente a esta necesidad? Si Baxter nos convence de nuestra responsabilidad, entonces no nos será difícil encontrar un método adecuado a nuestras circunstancias. El asunto es que cada pastor deberá efectuar un plan para evangelizar y enseñar sistemáticamente a todas las personas que asisten en su iglesia.
EL PASTOR REFORMADO
(Una versión resumida de la versión original)
1. EL CUIDADO DE NOSOTROS MISMOS.
NOTA INTRODUCTORIA:
“Tened cuidado por vosotros mismos y por todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo os ha puesto como obispos, para pastorear la iglesia del Señor, la cual adquirió para sí mediante su propia sangre”. (Hechos 20:28, RVA).
Me propongo hablar sobre este texto en la siguiente manera:
Primero, consideraré lo que significa tener cuidado de nosotros mismos.
Segundo, mostraré el porqué debemos tener cuidado de nosotros mismos.
Tercero, aclararé lo que significa tener cuidado del rebaño.
Cuarto, mostraré la forma en que debemos tener cuidado del rebaño.
Quinto, mostraré algunos motivos por los cuales debemos tener cuidado del rebaño.

Finalmente, haré algunas aplicaciones de este tema.

LA NATURALEZA DE ESTE CUIDADO.

1. PRIMERAMENTE, TENGA CUIDADO DE USTED MISMO.

Asegúrese de que ha sido verdaderamente convertido. Tenga cuidado de no estar predicando acerca de Cristo a otros, mientras que usted mismo esté sin Cristo. Se les ha prometido una recompensa gloriosa a los fieles predicadores del evangelio, pero usted jamás disfrutará de esta recompensa, a menos que usted mismo haya recibido primeramente el evangelio.
Hay muchos predicadores que están ahora en el infierno, quienes advertían muchas veces a sus oyentes de la necesidad de escapar de el. ¿Acaso espera que Dios le salve a usted por haber ofrecido el evangelio a otros, mientras que usted lo rechaza? Dios nunca prometió salvar a los predicadores, sin importar cuán dotados fuesen, a menos que ellos fueran convertidos.
Ser inconverso es terrible, pero ser un predicador inconverso es mucho peor. ¿Acaso no tiene miedo de abrir su Biblia y leer acerca de su propia condenación? ¿Cuando usted predica el evangelio, acaso no se da cuenta que está incrementando su propia culpa, al rechazar al Salvador que proclama? Sin embargo, es común que un predicador inconverso no se percate de su propia condición. Diariamente tiene contacto con verdades preciosas y exteriormente vive una vida santa. El denuncia el pecado en otros y les anima a vivir una vida santa.
Cuán trágico es morir de hambre teniendo el pan de vida en las manos y animando a otros para que coman de el. Si esto es verdad acerca de usted, entonces le aconsejo que se predique a sí mismo antes de continuar predicando a otros. ¿Acaso le ayudará en el día del juicio decir: “Señor, Señor, he predicado en tu nombre”, solamente para escuchar las terribles palabras “apártate de mí, no te conozco”? Le aconsejo que confiese sus pecados delante de su grey y les pida que oren por la conversión de su ministro.
No es inusual encontrar ministros que sean inconversos. Su predicación será fría y sin vida, si Cristo no está en su corazón. Ojalá que cada estudiante de teología (especialmente en los seminarios) entendiera esto. ¿De qué vale estudiar si esto no nos conduce al conocimiento de Dios y de su gracia salvadora? Si Dios en su misericordia salva a estos ministros, entonces, ellos tendrán un conocimiento de El que jamás se hubieran imaginado. No se puede conocer nada correctamente, a menos que se conozca a Dios. Nada en el universo entero puede ser conocido correctamente, a menos que sea conocido en relación con su Creador.
Cuando Dios creó al hombre era perfecto y vivía en un mundo perfecto. Todas las cosas revelaban la gloria de Dios. Si el hombre no hubiera pecado, habría incrementado continuamente su conocimiento de Dios y de sí mismo. Pero, cuando el hombre buscó el conocimiento para sus propios fines, entonces perdió el verdadero conocimiento de Dios y de su creación. El conocimiento que obtuvo resultó ser vano y vacío.
La obra de Cristo nos restaura por medio de la fe, a la pureza, la obediencia y el amor en los cuales el hombre fue creado al principio. Por lo tanto, los hombres más santos son los mejores estudiantes de la creación divina. El estudio de la ciencia no tiene valor, a menos que se esté buscando a Dios en la ciencia. La única sabiduría verdadera consiste en ver, adorar, amar y deleitarse en Dios, tal como El se ha revelado en su creación. Por lo tanto, es un peligro en la educación anteponer otras materias al estudio de Dios. La teología debería ser primero y ser la guía en todos los demás estudios. La naturaleza debería ser leída como uno de los libros de Dios que El hizo para revelarse a sí mismo.
El libro de Job y los Salmos nos enseñan que la ciencia y la teología están más íntimamente relacionadas de lo que muchos piensan.
Por lo tanto, ruego a todos los maestros cristianos a que hablen a sus alumnos acerca de Dios y la salvación, juntamente con las otras ciencias. No piense que son demasiado jóvenes para entender la Palabra de Dios. Usted no tiene idea de cuales pudieran ser los efectos de sus palabras en el futuro. Usted se encuentra en una posición especialmente privilegiada de poder ser escuchado por los jóvenes. Cuando la religión es tratada como cualquier otro tema tiene muy poco impacto sobre los oyentes. ¡Cuán pocos alumnos son serios y piadosos! Usted no pudiera hacerles mejor servicio que el de ser un instrumento en el propósito de Dios, para su conversión.

2. SEA DILIGENTE EN MANTENERSE EN UNA BUENA Y SALUDABLE CONDICIÓN ESPIRITUAL.

Primero predique sus sermones a sí mismo. Su pueblo se fijará si usted ha pasado mucho tiempo con Dios y serán beneficiados. Lo que ocupa más su corazón se comunicará más eficazmente a ellos. Confieso que cuando mi corazón está frío, entonces mi predicación es fría. Si nuestro amor, fe o reverencia disminuyen pronto se manifestará en nuestra predicación, quizás no tanto en lo que predicamos sino en la manera en que lo hacemos. Y nuestro pueblo sufrirá. Por otra parte, si estamos llenos de amor, fe y celo, entonces nuestro ministerio traerá refrigerio y aliento.
Hermanos, guarden sus corazones para mantenerlos libres de las concupiscencias, las pasiones y la mundanalidad. Mantengan su fe, su amor y su celo. Pase mucho tiempo en comunión con Dios. Si no hace esto, entonces todo irá mal. Usted debe obtener de El, el fuego celestial para consumir sus sacrificios. Si su fervor es artificial usted no puede esperar la bendición de Dios. Los pecados vergonzosos y las herejías comienzan normalmente con desviaciones pequeñas. Frecuentemente Satanás se aparece como un ángel de luz para atraerle hacia las tinieblas.
Si usted cede ante el orgullo o cae en el error, entonces usted será una maldición en lugar de una bendición para el pueblo de Dios. Por lo tanto, tenga cuidado tanto para su propio beneficio, como para el de otros.
Yo pienso que un ministro debería cuidar su corazón especialmente antes de ministrar en público. Lea algún libro espiritualmente estimulante o considere la gran importancia de su mensaje o piense en las grandes necesidades espirituales de su grey. Suba al púlpito en el celo del Señor, para que los corazones de los oyentes puedan ser calentados, antes de salir del servicio.

3. ASEGÚRESE DE QUE SU ESTILO DE VIDA NO CONTRADIGA SU ENSEÑANZA, DE OTRO MODO, TERMINARÁ DESHACIENDO TODO EL BIEN QUE PUDIERA HABER HECHO.

Si nuestras vidas son inconsistentes, la gente pronto pensará que hay muy poca verdad en el cristianismo y que nuestra predicación es solamente palabrería. Si lo que decimos es en serio, entonces pondremos en práctica lo que decimos. Una sola palabra de soberbia, una explosión de enojo, o un solo acto egoísta pueden destruir rápido todas sus labores.
Si usted no anhela el éxito del evangelio, entonces, ¿Porqué está en el ministerio? ¿Acaso no está preparado para aguantar insultos y ofensas, no está dispuesto a controlar su temperamento, a mortificar su orgullo y a acomodarse a los pobres para ganar almas? Es extraño ver como algunos predican muy cuidadosamente, pero viven descuidadamente. Debemos tener mucho cuidado de ser hacedores de la palabra y no solamente “habladores”, engañándonos a nosotros mismos (vea Stg.1:21). Debemos ser tan cuidadosos acerca de nuestra forma de vivir, tal como somos cuidadosos para predicar. Si deseamos ganar almas, entonces ésta será nuestra meta, tanto cuando estamos en el púlpito, como cuando estamos fuera de el. Sea diligente para usar toda su vida para Dios y no simplemente su lengua.
Mantenga una conducta y una forma de hablar que sean irreprochables. Su vida debería condenar el pecado e inspirar la piedad en todos los aspectos. Si usted quiere que el pueblo cuide bien a sus familias, entonces, usted debería cuidar bien a la suya. No hay nada que se compare con la mansedumbre y la autonegación como medios para vencer los prejuicios. Resista la tentación de usar su autoridad para presionar a la gente a la sumisión y a la obediencia.
Sea amigo de todos, especialmente de los miembros pobres de su iglesia. Esto puede ser un camino eficaz para hacer mucho bien.
Le ruego que sea generoso y compasivo. Use sus recursos materiales para suplir las necesidades de otros. Provea libros espirituales y edificantes para su pueblo. No es un verdadero creyente aquel que rehúsa compartir lo que tiene cuando Cristo se lo pida. Si más ministros practicaran la autonegación, esto abriría más corazones para recibir el mensaje de su predicación. La religión sin autonegación es hipocresía. No es necesario que vivamos como en un monasterio, no obstante, debemos usar todo lo que tenemos para Cristo.

4. TENGA CUIDADO DE NO CAER EN LOS PECADOS QUE USTED CONDENA EN OTROS.

¿Cómo puede exaltar a Cristo como Señor, si usted está quebrantando sus leyes? Es más fácil condenar el pecado que vencerlo. Tenga cuidado de mantener su cuerpo: “bajo disciplina; no sea que, después de haber predicado a otros, usted mismo venga a ser descalificado”. (1 Cor. 9:27).

5. ASEGÚRESE DE TENER LO QUE SE NECESITA PARA SER UN BUEN MINISTRO DE JESUCRISTO.

Hay muchas dificultades por resolver, aún en las cosas más básicas del cristianismo. Tenemos deberes que son demasiado difíciles para muchos. Tenemos que advertir a nuestro pueblo acerca de muchas tentaciones sutiles para que puedan escapar de ellas. Tenemos que vencer muchos prejuicios y mucha obstinación. Se necesita mucha capacidad para hacer que la verdad sea clara ante la conciencia de cada quien.

Se requiere mucho conocimiento para contestar todos los argumentos engañosos contra la verdad. Se necesita mucha sabiduría para aconsejar. ¿Acaso esto es algo que cualquier persona puede hacer? ¿No piensa usted que es necesario hacer un gran esfuerzo para equiparse a fin de cumplir una obra tan exigente? Escatimar sus estudios no le ayudará a ser un buen predicador. Solamente Dios nos puede ayudar y equipar, pero si nosotros somos flojos y negligentes en el uso de los medios que El nos ha dado, esto apagará el Espíritu. Por lo tanto, no pierda más tiempo. ¡Estudie, ore, investigue y practique! Este es el camino para mejorar sus habilidades.

MOTIVOS PARA TENER CUIDADO DE NOSOTROS MISMOS.

1. TENGA CUIDADO DE SÍ MISMO PORQUE USTED, IGUAL COMO LOS DEMÁS, TIENE UN ALMA QUE GANAR PERDER.

Usted pudiera predicar el evangelio y aún guiar a otros hacia Cristo, pero sin santidad usted jamás será salvo. Usted puede predicar acerca de Cristo y sin embargo descuidarlo; usted puede predicar acerca del Espíritu y estar resistiéndole. Usted puede hablar acerca de la fe y permanecer incrédulo; puede enseñar acerca de la conversión y permanecer inconverso. Y usted puede predicar acerca del cielo, mientras que permanece viviendo mundanamente.
Usted pudiera ser el predicador más grande del mundo, pero sin la gracia de Dios en su corazón, usted quedará como no salvo. Los predicadores del evangelio serán juzgados por el evangelio. Por lo tanto, tenga cuidado, porque usted tiene un alma que será salva o perdida eternamente.

2. COMO TODOS LOS DEMÁS, USTED TIENE UNA NATURALEZA CAÍDA CON TENDENCIAS PECAMINOSAS.

Si Adán siendo sin pecado, cayó porque no tuvo cuidado, ¡Cuánto más, deberíamos tenerlo nosotros! Tal como una pequeña chispa puede comenzar un incendio forestal, así también un pecado conduce a otros. Aún los creyentes más santos tienen en sus corazones los restos del orgullo, de la incredulidad, de la ambición egoísta y de todo tipo de pecado. Somos seducidos fácilmente por la necedad y la concupiscencia; y entonces, nuestro juicio se distorsiona, nuestro celo se enfría y nuestra diligencia se debilita.
Si usted no tiene cuidado de su traicionero corazón, muy pronto éste encontrará una oportunidad para engañarle. Los pecados que usted pensaba que habían sido desarraigados hace mucho tiempo, revivirán. Puesto que usted es tan débil y propenso a pecar, debe tener mucho cuidado de sí mismo.

3. TENGA CUIDADO PORQUE USTED ES UN BLANCO ESPECIAL DE SATANÁS.

Como siervo de Cristo, usted representa una amenaza seria para el poder de Satanás. El sabe que si usted cae, entonces su grey será una presa fácil para él. El usará en contra suya las más sutiles sugerencias, las tentaciones más persistentes y los ataques más feroces. Satanás puede disfrazarse como un ángel de luz. El puede engañar fácilmente a los hombres más inteligentes sin que ellos se den cuenta. Usted puede pensar que está avanzando mucho en su fe, cuando en realidad usted ha traicionado a Cristo.
Usted no verá el hilo y el gancho, mucho menos el sutil pescador, mientras que él le está tentando con su anzuelo. Este anzuelo será tan idóneo para su naturaleza y su temperamento que usted será fuertemente atraído por el. Si Satanás tiene éxito en arruinarle a usted, entonces le usará para arruinar a otros. Será un triunfo para Satanás que usted sea infiel o que caiga en pecado. El reprochará a la iglesia diciendo: “Este es su piadoso predicador”. Se gloriará contra Cristo y le dirá: “Yo puedo convertir tus mejores siervos en traidores”. Finalmente, le acusará de haber manchado y desacreditado su oficio. Por lo tanto, tenga cuidado de no dar a Satanás la oportunidad de jactarse sobre su caída.

4. TENGA CUIDADO DE SÍ MISMO, PORQUE MUCHOS OJOS ESTÁN PUESTOS SOBRE USTED.

Si usted cae en cualquier sentido, todo el mundo escuchará la triste noticia. Otros pueden pecar sin que muchos lo noten, pero usted no. Usted debería dar gracias porque esto le ayudará a tener cuidado. Por lo tanto, viva como alguien cuya vida está expuesta públicamente a la vista de todos. Hay personas maliciosas que estarían dispuestas a deleitarse en sus más pequeños errores. Si ellos no pueden encontrar ninguna falla, estarán dispuestos aún a inventarlas. Por lo tanto, Cuán cuidadosamente deberíamos vivir ante los ojos de tantos maliciosos observadores!

5. TENGA CUIDADO DE SÍ MISMO PORQUE SUS PECADOS INVOLUCRAN MAYOR CULPABILIDAD.

A. Puesto que usted sabe más que otros, entonces usted peca contra más luz.
B. Sus pecados involucran más hipocresía. Su tarea es la de predicar contra el pecado, exponiendo su naturaleza vil. ¿Acaso puede usted privadamente ser indulgente? ¿Será un enemigo del pecado en público, pero su amigo en lo secreto?
C. Sus pecados son más traicioneros. Cada creyente declara su lealtad a Cristo en contra del pecado. Como un ministro, esa lealtad es mayor. Cada vez que usted predica acerca del pecado o el juicio; y cada vez que administra el bautismo o la cena del Señor, esto implica su rechazo del pecado y su unión con Cristo. ¡Qué clase de traidor sería si abrigara lugar en su corazón para el pecado!

6. TENGA CUIDADO DE SÍ MISMO PORQUE SUS DEBERES REQUIEREN UNA GRACIA ESPECIAL.

Los dones y las habilidades inferiores pueden ser suficientes para los deberes menos exigentes. Sin embargo, si usted llega a ser ministro del evangelio, necesitará más que una cantidad ordinaria de gracia. Usted debería asegurarse de que Dios realmente le haya llamado y equipado para esta obra.
Algunos quienes habían servido a Cristo en una posición menos exigente, han entrado al ministerio solo para traer un desastre sobre la iglesia. Si usted quiere pelear las batallas del Señor y sobrellevar las cargas del ministerio, entonces, ciertamente tendrá que tener mucho cuidado de sí mismo.

7. TENGA CUIDADO DE SÍ MISMO, PORQUE LA HONRA DEL SEÑOR DEPENDE DE USTED.

Entre más cerca que estamos de Dios, nuestros fracasos traerán más deshonra a su nombre. Para un creyente verdadero la honra de Dios es más preciosa que la vida misma. ¿Pudiera usted soportar que la gente echara en la cara de Dios la suciedad de sus propios pecados?
Piense acerca del dolor que los demás creyentes sufrirán a causa de sus ofensas. Por lo tanto, tenga cuidado respecto a cada palabra y cada determinación que usted toma, porque la reputación de Dios ante el mundo es su responsabilidad.
Si usted falla, Dios restaurará Su propio honor, pero su propia vergüenza no será quitada tan fácilmente.

8. TENGA CUIDADO DE SÍ MISMO PORQUE EL ÉXITO DE SU OBRA DEPENDE DE ESTO.

Rara vez Dios usa hombres que no son aptos para la gran obra del evangelio.
A. ¿Espera usted que Dios usará a hombres que vivan para ellos mismos y no para Su gloria? Algunos entran al ministerio como una carrera o para ganar el respeto y una reputación para sí mismos, o por algún otro motivo egoísta. ¿Acaso debería sorprendernos el hecho de que Dios no bendiga tal ministerio? Los resultados de su obra son solamente lo que esperaríamos de agencias humanas y naturales.
B. ¿Puede usted esperar el éxito, si es un ministro infiel o descuidado en su trabajo? Si su fe es solamente intelectual y su fervor es pura emoción, entonces su predicación será inútil. ¿Acaso puede usted llamar seriamente a los pecadores a arrepentirse, si usted nunca ha apreciado la vileza del pecado y el valor de la santidad? ¿Puede usted tener compasión de otros y tratar de conducirles a Cristo, si no ha tenido compasión de sí mismo y tampoco ha acudido a Cristo? Es imposible amar a otros más que a sí mismo.
Usted no puede advertir a la gente acerca del infierno, si usted no cree en el. Si usted quiere ganar almas, entonces debería creer firmemente en la palabra de Dios, en la vida venidera y vivir una vida llena de celo y santidad. Aquellos que descuidan sus propias almas no son aptos para cuidar a otros.
C. ¿Acaso es posible pelear contra Satanás, si usted es su siervo? La persona inconversa es el siervo de Satanás. Este es el porqué muchos ministros religiosos son enemigos de Cristo. Ellos pueden hablar sobre Cristo y la piedad, pero en lo secreto pueden estar haciendo todo lo que es contra El. Calumnian a todos aquellos que aman a Cristo llamándolos hipócritas o fanáticos.
El enemigo más peligroso es aquel que está en medio de nosotros. Ellos pueden dar la apariencia de ser predicadores ortodoxos, pero por dentro son controlados por la mundanalidad, el orgullo, la incredulidad y una aversión a la piedad. Los hipócritas pueden parecer sinceros porque es más fácil hablar contra el pecado que vencerlo. Ellos pueden estar felices cuando otros se arrepienten, pero al mismo tiempo pueden continuar disfrutando sus concupiscencias secretas.
Usted no puede pelear seriamente contra el pecado y Satanás, a menos que verdaderamente los odie como los destructores de las almas de los hombres y los enemigos de Cristo. Muy lejos de odiar el pecado, un no creyente lo ama más que todo. Tal hombre está totalmente incapacitado para conducir al pueblo de Dios y rogar a otros para que renuncien al mundo y la carne.
D. La gente no tomará en serio al hombre cuya vida no concuerda con su predicación. Pensarán que no habla en serio, porque no hace lo que dice. Si alguien dice que la casa está incendiada mientras que se relaja en un sillón, todos pensarán que está bromeando.
La gente está dispuesta a creer lo que ve más que lo que escucha. Pensará que su predicación en contra del pecado es pura palabrería, si observa que usted es egoísta, mundano o descuidado. Sería como decirles: “No hay ningún daño o peligro”. Si usted falla en corregir su propio comportamiento y manera pecaminosa de hablar, ellos pensarán que estas cosas no son importantes. Además, esto les dará un pretexto para criticar a los ministros más piadosos diciendo: “Ellos nos inquietan con su predicación sobre el juicio y el infierno, mientras que usted se ríe y bromea con nosotros”. Ellos pensarán que usted predica solamente porque le pagan.
¿Acaso es apto hacer un ministro de Cristo a aquel que habla de Cristo los domingos, pero entre semana vive para agradarse a sí mismo?

Finalmente, recuerde que el éxito de sus labores depende enteramente de la bendición del Señor. Cristo ha prometido a sus siervos fieles que Su presencia estará con ellos; que su Espíritu Santo morará en ellos; que sus palabras estarán en sus labios y que Satanás será derrotado ante ellos. Pero estas promesas no son para sus siervos infieles. De hecho, la infidelidad le provocará a abandonarlo y a traer ruina sobre todas sus obras. En su soberanía, es posible que Dios pudiera usarle para hacer algún beneficio a su pueblo, pero eso sería algo inusual.

EL CUIDADO DEL REBAÑO

LA NATURALEZA DE ESTE CUIDADO.

Primero debemos notar algunas cosas que se derivan del estudio de nuestro texto (Hechos 20:28). Este texto da por hecho que cada iglesia local tendrá su propio pastor y que cada pastor tendrá su propia iglesia. El pueblo de Dios debería reconocer que El ha provisto a los pastores para su cuidado. Un pastor sin iglesia debería ministrar donde quiera que tuviese oportunidad.
La primera responsabilidad de un pastor es la de tener cuidado de su pueblo y puede ministrar en otras congregaciones solamente en sus tiempos libres o en casos de necesidad especial.
Este texto también da por hecho que no habrá más personas en nuestra iglesia que las que podamos cuidar.
Dios no nos pide que hagamos lo imposible. Dios no nos hará responsables por aquellas personas que no tenemos posibilidad de conocer y cuidar personalmente. El cuidado de las almas requiere la autoridad para ejercer disciplina, de igual manera como la capacidad de enseñar. En ocasiones, un pastor pudiera tener más gente de la que fuera capaz de cuidar, pero esto no es ni usual, ni deseable. En tal caso solamente podrá hacer lo que esté a su alcance, y esto sería menos de lo que normalmente pudiera hacer.
Ahora consideraremos lo que significa “tener cuidado del rebaño”. Note que dice “todo el rebaño”, es decir, cada miembro individual de nuestras congregaciones. Esto significa que debemos conocer a cada uno de ellos: su carácter, sus intereses, sus debilidades, sus tentaciones principales, etc.. Entonces debemos cuidarlos, como Cristo el buen pastor dejó las noventa y nueve para buscar la oveja perdida; así nosotros debemos velar por cada uno de ellos.
Hay muchos ejemplos en las escrituras de cómo los profetas y los apóstoles fueron enviados a ministrar a individuos.
Usted pudiera decir que su congregación es demasiado grande para hacer esto. Pero, ¿Acaso no sabía usted esto antes de ser llamado a la iglesia? Si lo sabía, entonces ¿Porqué no se preocupó de ello? ¿Ha hecho un esfuerzo honesto para obtener un asistente? ¿Está dispuesto a hacer algunos sacrificios para que la iglesia pueda sostener a un asistente para ayudarle? Seguramente esto sería mejor que descuidar la atención del rebaño. Usted podría decir que su familia no puede vivir con un sueldo menor, pero ¿Acaso no hay muchas familias en su iglesia que viven con menos?
En el pasado algunos estaban dispuestos a predicar el evangelio con muy poca remuneración, y aún hoy en día muchos están dispuestos a predicar gratuitamente. ¿No es mejor padecer escasez que poner en riesgo la salvación de las almas?
Es cierto que solo podemos ser salvos por la gracia, y sin embargo, nadie será salvo sin un conocimiento de la verdad. Es más probable que la gente conozca la verdad si es instruida personalmente. Si usted tuviera un asistente sería más fácil lograr esto, aunque para tener un asistente usted tuviera que vivir más humildemente. ¿No es cierto que todo lo que tenemos le pertenece a Dios? ¿No es cierto que un alma vale más que todo el mundo? ¿No es inhumano permitir que las almas se pierdan tan solo porque nosotros queremos elevar nuestro nivel de vida?
Si esperamos que nuestro rebaño practique la autonegación ¿No deberíamos practicarlo nosotros? ¿No deberíamos negarnos a nosotros mismos más que otros, puesto que nuestro sustento proviene de las ofrendas dedicadas a la obra de Cristo? Entonces, ¿No deberíamos usar nuestro dinero, hasta el punto que sea posible, para ese propósito?
Puesto que somos llamados a tener cuidado de todo el rebaño, es importante señalar que algunos necesitan nuestro cuidado especial.
1. DEBEMOS TENER LA META ESPECIAL DE LOGRAR LA CONVERSIÓN DE LOS NO CREYENTES.
Este debería ser nuestro objetivo principal por el cual trabajemos con todas nuestras fuerzas. La condición de los inconversos es tan grave que merecen toda nuestra simpatía. Si los creyentes pecan serán perdonados y Dios no permitirá que continúen en pecado, sino que por fin serán perfeccionados. No obstante, los incrédulos están “sin esperanza y sin Dios en el mundo” (Ef.1:12).
Seguramente, nos apresuraríamos más a socorrer a una persona moribunda, que a una persona que está herida levemente.
¿Podemos permanecer indiferentes ante las necesidades de aquellos que están yendo hacia el juicio y la condenación eterna? Casi puedo verlos entrando al infierno en este momento. Casi puedo escuchar sus gritos desesperados por ayuda. Su condición es particularmente trágica porque no tienen deseo alguno de pedir ayuda espiritual.
¿Tenemos el mismo espíritu de Cristo quien fue movido a llorar sobre los no arrepentidos? Si permanecemos en silencio mientras que los pecadores van al infierno, esto indica que valoramos en muy poco sus almas. ¿Acaso permitiríamos que nuestro peor enemigo sufriera así, sin hacer el mínimo esfuerzo para ayudarle? De todas las cosas que pudiese descuidar, asegúrese de no fallar en rogar, persuadir y urgir a los pecadores para que se vuelvan a Cristo para salvación.
2. SIEMPRE DEBERÍAMOS ESTAR DISPUESTOS A ACONSEJAR A AQUELLOS QUE BUSCAN AYUDA ESPIRITUAL.
Como pastores deberíamos ser capaces de tratar con la salud espiritual de la gente, tal como un médico trata con la salud física de sus pacientes. El pastor debe ser capaz de resolver las dudas y las dificultades de aquellos que vienen a él. Es una lástima que muchos ministros guarden silencio sobre este aspecto de su trabajo. No solo deberíamos decir que estamos dispuestos a ayudar, sino que deberíamos animar a la gente a acudir a nosotros por ayuda espiritual. Por lo tanto, asegúrese de estar bien preparado para dar un buen consejo en todos los asuntos espirituales, especialmente en aquellos que tienen que ver con la salvación. Una buena palabra de consejo puede ser de más ayuda que muchos sermones.
3. DEBEMOS TENER LA META DE EDIFICAR A LOS CREYENTES EN SU FE.
Esto debería ser hecho de acuerdo con la distinta condición de cada creyente.
A. Muchos han sido creyentes por largo tiempo, pero se han contentado con muy poco crecimiento espiritual. Son renuentes a hacer el esfuerzo necesario para servir al Señor y crecer en la gracia. Los creyentes débiles tienen muy poco discernimiento y fácilmente son desviados del camino. Les es difícil recibir beneficio del ministerio y deleitarse en Dios y en sus caminos.
Ellos no se dan cuenta de su propia inmadurez y fácilmente sucumben ante la tentación. Son de muy poca utilidad para Dios y para los demás creyentes. Su condición es tan seria que deberíamos hacer un esfuerzo especial para nutrir su fe y conducirles hacia la madurez. Los creyentes que son fuertes en la fe y el amor traen honra a Cristo. Los incrédulos son más receptivos ante el evangelio, cuando pueden ver las vidas maravillosamente cambiadas por el. Por lo tanto, es muy importante fortalecer la fe de los creyentes débiles y equiparlos para el servicio cristiano.
B. Algunos creyentes necesitan ayuda especial debido a algún pecado que está impidiendo su crecimiento en la gracia. Es nuestro deber ayudarles a vencer el pecado específico que les estorba; sea el orgullo, la mundanalidad, la ambición, un temperamento fuerte, etc.. Deberíamos mostrarles la naturaleza vil de su pecado y darles direcciones que les ayuden a tratar con el. No debemos consentir el pecado en los creyentes, ni en los incrédulos. Algunos pudieran resentirse ante nuestra amonestación. Sin embargo, si queremos ser fieles a Cristo, debemos tratar firme y cariñosamente con aquellos que se han desviado.
C. Otro grupo que necesita nuestra atención especial son aquellos que se han enfriado. Es trágico ver algunos creyentes que van para atrás y que traen deshonra al nombre del Señor. Debemos trabajar diligentemente para tratar de restaurarlos. El retroceso espiritual es un proceso gradual que por fin terminará en la apostasía, a menos que el Señor lo detenga. Debemos “restaurad al tal con espíritu de mansedumbre” (Gálatas 6:1, RVA). Solo que debemos asegurar que su restauración sea completa. Ellos deberían dar evidencia clara de que su arrepentimiento es genuino y deberían confesar completamente su pecado. Se necesita mucha sabiduría para tratar con estos casos.
D. Finalmente, también debemos cuidar a todos aquellos que son fuertes en la fe. Ellos necesitan nuestra ayuda para mantener su vitalidad espiritual. También necesitan nuestra ayuda para hacer más progreso y ser equipados para un mayor servicio al Señor.
4. DEBEMOS TENER UN ESPECIAL CUIDADO POR LAS FAMILIAS.
La paz y la prosperidad de nuestras iglesias depende grandemente de unas buenas relaciones familiares. La influencia de padres piadosos puede ayudar grandemente en el ministerio.
Por otra parte, los padres mundanos y descuidados tendrán una influencia negativa sobre el interés espiritual de sus hijos. Por lo tanto, si usted quiere que la obra del evangelio florezca, le recomiendo que haga todo lo que pueda para promover la piedad en el hogar. Esto puede ser realizado de varias formas:
A. Trate de conocer personalmente a cada familia, porque esto le ayudará a conocer cómo poder ayudarles.
B. Visite periódicamente a cada familia en su casa. Pregunte a los padres si oran y leen la Biblia con sus hijos. Trate de convencerlos de que el descuido de esta responsabilidad es un pecado. Si tiene la oportunidad, enséñeles cómo hacerlo. Puede ser útil que los padres se comprometan a ser más cuidadosos y responsables en el futuro.
C. Las dificultades en la oración generalmente son causadas por el descuido. Debemos explicarles la pecaminosidad de este descuido. Aún los mendigos saben como pedir ayuda. Pudieran comenzar usando algunas oraciones bíblicas que les sirvan como modelo. Pero esto sería solamente temporal, porque la verdadera oración proviene del corazón y variará mucho de acuerdo con las necesidades y circunstancias.
D. Asegúrese que cada familia tenga algunos buenos libros cristianos, además de la Biblia. Anímeles a leerlos en su tiempo libre y especialmente los domingos.
E. Anímeles a apartar los domingos como días especiales, evitando los intereses y los placeres mundanos. Anime a los padres a platicar con sus hijos sobre las enseñanzas bíblicas. A menos que la religión familiar sea promovida, es improbable que el evangelio florezca en su comunidad ahora y en el futuro.
5. DEBEMOS SER DILIGENTES EN VISITAR A LOS ENFERMOS.
A lo largo de nuestras vidas debemos crecer en la piedad y prepararnos para la eternidad. Sin embargo, esta necesidad es entendida más claramente en tiempos de enfermedad. ¿Quién puede ser indiferente ante las necesidades de alguien que está llegando al final de su vida?
Cuando pensamos que pronto sus almas estarán en el cielo o en el infierno, esto debería despertar en nosotros una profunda compasión.
Generalmente, aún los pecadores más obstinados estarán más dispuestos a escucharnos en su lecho de muerte. Aún los incrédulos más endurecidos estarán dispuestos a cambiar, cuando ven que la muerte se acerca. Yo entiendo que en muchos casos esto no resulta en un arrepentimiento verdadero. Aunque pocos son salvos en su lecho de muerte, no obstante, deberíamos hacer todo lo que podamos para que acudan a Cristo. Aunque este libro no pretende ser un manual para la obra pastoral, voy a sugerir algunas maneras en que podemos ayudar a aquellos que se acercan a la muerte.
A. No debemos esperar hasta que ellos se hayan deteriorado tanto, hasta el punto que ya no puedan recibir ningún beneficio de nuestro ministerio. Visítelos tan pronto como sepa de su enfermedad, sin importar que no le hayan invitado.
B. Puesto que el tiempo pudiera ser corto, es importante concentrarse en las verdades más importantes que pudieran traerles paz con Dios. Hábleles acerca de los goces celestiales, acerca de Aquel quien murió para llevarnos al cielo, acerca de su necedad en haber descuidado por tanto tiempo su alma. Recuérdeles que todavía pueden recibir el don de la vida eterna, si se arrepienten de sus pecados y confían solamente en Cristo.
C. Si se recuperan de su enfermedad, recuérdeles de las promesas que hicieron cuando estaban enfermos. Esta ha sido una de las maneras para traer a muchos hacia Cristo. Entonces, es importante recordarles continuamente de su necesidad de ser reconciliados con Dios.
6. LA PARTE FINAL DE NUESTRO TRABAJO ES CONSIDERAR LA DISCIPLINA DE LA IGLESIA.
A. Debemos confrontar a todos aquellos que profesan ser creyentes pero que viven de una manera inconsistente con su profesión de fe. Debemos tratar con ellos en privado primeramente, antes de traerles ante la autoridad de la iglesia. La manera como tratemos con ellos debe ser apropiada para cada caso individual. No obstante, debemos hablarles clara y firmemente para despertarles y sacarles de su apatía. Debemos ayudarles para que vean cuánto daño están haciendo sus pecados a ellos mismos y a la causa del evangelio.
B. Si ellos permanecen en una actitud de rebeldía, debemos traerles delante de la iglesia y llamarles nuevamente al arrepentimiento. Esto es en obediencia al mandamiento de Cristo (Vea Mat.18:17). Esta fue siempre la práctica de la iglesia primitiva hasta que la corrupción y el formalismo le invadieron. Muchos ministros se avergonzarían si descuidaran la oración o la predicación, pero piensan muy poco acerca del descuido de la disciplina en la iglesia.
Algunos dicen que la disciplina pública no es de provecho, pero yo respondo:
1. ¿Qué derecho tenemos para cuestionar los deberes que Dios nos ha impuesto claramente?
2. La disciplina de la iglesia es esencial para sacar a la luz el pecado y mantener la pureza de la iglesia.
3. La disciplina de la iglesia brinda al pecador una oportunidad final de restauración.
4. La disciplina advierte y desalienta a otros en relación con el pecado.
C. El ofensor no solo debería ser regañado, sino también animado a arrepentirse y confesar su culpa ante la iglesia. Si ellos piensan que su pecado es insignificante, entonces debemos usar la Escritura para mostrarles su gravedad. El ofensor no puede ser restaurado al compañerismo, a menos que la iglesia esté convencida de que su arrepentimiento es genuino. Esto debería ser evidente de un cambio en su actitud y en su comportamiento.
D. Necesitamos una buena medida de sabiduría divina para que no hagamos más daño que beneficio. También necesitamos mucha humildad, aún cuando sea necesario actuar en forma severa. Debemos evitar dar la impresión de que estamos siendo motivados por el egoísmo, el orgullo o la envidia. Debemos dejar claro ante todos que estamos actuando en obediencia a Dios.
E. La iglesia debe orar por el ofensor. Esto es especialmente importante si el ofensor rehusa asistir a las reuniones de la iglesia, o si no muestra evidencia de remordimiento. En tal caso, deberíamos animar a los miembros a orar fervientemente por al restauración del ofensor.
F. Aquellos que se arrepienten verdaderamente deben ser restaurados completamente a la membresía. No debemos tratar a la ligera ni consentir su pecado y tampoco desanimarlos siendo demasiado severos. Ellos deben confesar su culpa y comprometerse a evitar tales pecados en el futuro. Deberían aprender a evitar la tentación y a no depender de sí mismos, sino de la gracia de Dios. Entonces, debemos asegurarles de su perdón y aceptación delante de Dios, a través de la sangre de Cristo. La iglesia también debería perdonarles y no estarles echando en cara sus faltas pasadas. Finalmente, debemos agradecer a Dios por su restauración y orar para que El les guarde en el camino de la santidad.

G. Aquellos que permanecen como no arrepentidos deben ser expulsados de la membresía de la iglesia. El propósito de esto es excluir al ofensor de los privilegios de la iglesia, hasta que se arrepienta. Los miembros deben ser advertidos para que no tengan ningún compañerismo con ellos. Sin embargo, todos deberían persistir en la oración por su arrepentimiento y restauración. Si los pastores fueran más consistentes y diligentes en ejercer la disciplina en la iglesia, esto traería muchos beneficios. Aquellos pastores que tienen miedo de ofender o de enfrentarse con dificultades, no pueden esperar muchas bendiciones.